La falta de claridad -en concreto, definir y comunicar equivocadamente el propósito y la estrategia de una empresa- es muy común en las empresas de mi comunidad (y probablemente en la tuya también).
Van dos ejemplos.
Ser el número uno no es un propósito
Hace unas semanas me senté a platicar con Valeria, la directora de cultura y cambio en una empresa mexicana que ha tenido un crecimiento exponencial durante los últimos años. Le pregunté que cómo les estaba yendo comunicando los temas estratégicos de la empresa hacia la operación. Me dijo que iban bien, que por fin habían entendido el poder del propósito, y desde entonces lo estaban comunicando.
-¡Qué bien! ¿Cuál es su propósito?
-Nuestro propósito es inspirador: queremos ser la cadena de tiendas de conveniencia número uno.
-Una pregunta Valeria: ¿para quién es inspirador ese propósito? ¿para los dueños y accionistas, o para la operación?
-Mmm… pues creo que más para los dueños.
Dice Graham Keny en un artículo publicado en Harvard Business Review que el propósito de una empresa expresa el impacto que tiene la organización en las personas a las que sirve. Decir que el propósito de una empresa es ser el número uno es no haber entendido el objetivo de definir un propósito.
¿Qué va a suceder? Que el mensaje no va a inspirar a nadie, se va a perder una oportunidad para encender a la organización y el concepto de propósito se va a desgastar por algunos años en ese grupo de personas.
Lo que parece ser un error de dedo termina impactando negativamente en resultados de negocio.
Crecimiento sostenido no es una estrategia
En marzo vi a Manuel, el director de comunicación de una empresa regia de mucha tradición. Le pregunté sobre el papel de los directivos en la comunicación interna.
-Son muy involucrados. Por ejemplo, el director general reunió al top 200 en febrero y les comunicó la estrategia de la empresa para el 2016: crecer de forma sostenida.
Dice Richard Rumelt en Good Strategy, Bad Strategy:
-Estrategia no es un concepto útil si es un sinónimo de éxito.
Crecimiento sostenido es un objetivo o un deseo, pero definitivamente no es una forma de ganar (en palabras de A. G. Lafley y Roger Martin).
¿Qué va a pasar con esa empresa? De entrada, el CEO perdió una oportunidad valiosísima para comunicar información relevante a su gente. Pero a mediano plazo, el problema es mayor: los líderes de la organización no tienen directrices concretas que les ayude a tomar mejores decisiones.
¿La alternativa? Atreverse a ser claros. Construir una narrativa ayuda a lograr esto.
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